El bote de vitaminas de don Antonio

Para mí es fácil venderlo, porque tenemos muchos testimonios de los resultados que da. Hasta yo se lo vendo a varios doctores de la Clínica 7 de Monterrey, que es a la que voy […] Cuando conozco a alguien que no tiene trabajo, se lo recomiendo y le digo que es una fuente de trabajo, comenta Antonio, un hombre pensionado que desde hace ya varios años distribuye el lactoserum suizo Lebasi.

Su historia como distribuidor está repleta de testimonios de personas que mejoraron su calidad de vida, gracias a los nutrientes contenidos en Lebasi. Cáncer, artritis, osteoporosis, anemia, cirrosis, entre muchos otros padecimientos llenan la plática de don Antonio, quien declara que más allá del beneficio económico que ha obtenido con el producto, al cual califica como excelente, lo que de verdad le interesa es que todas las personas a quienes se los ha ofrecido se sientan mejor, porque eso provoca que lo recomienden y más gente busque consumirlo.

“Cuando yo vi por mí mismo los resultados que daba, me sentí con más seguridad para ofrecerlo. Además de que es un alimento natural, que no tiene colorantes ni saborizantes, lo que lo hace mucho más sano. Es un producto que no tiene nada que le cause daño a la gente”.

Pero este bote de vitaminas, frase que utiliza mucho para decirles a las personas qué es Lebasi, también lo ha beneficiado a él mismo. Y es que como un hombre ya mayor, este alimento le ha ayudado a mantener un buen estado de salud y estado físico (que requiere porque es un asiduo corredor). Por eso, él se define como un consumidor fiel del lactoserum suizo y como un distribuidor con la camiseta bien puesta.

“Yo salgo a correr fuerte en la mañana, es una subida de 3 km de ida y de venida, ya he hecho la prueba: cuando no me lo tomo avanzo menos en la subida y me falta energía. Todos los días me lo tomo mínimo tres veces o más y yo ando bien: no tengo desgaste en las rodillas, no me duele nada, me hacen estudios y todo está al 100%, no uso lentes. […] Solo una vez me enfermé, pero fue por comer un pedazo de chicharrón que me afectó el estómago. Cuando salí del doctor, no comía nada más que Lebasi; estuve con puro Lebasi entre 15 a 18 días, hasta que se me quitó el empacho. Por eso, con mucha seguridad lo recomiendo hasta para personas que no quieren comer”.

Un negocio que creció y sigue creciendo

Don Antonio cuenta que conoció el producto por Alfonso Acosta, un hombre que estaba vendiendo el lactoserum suizo en su colonia. Él no le creía mucho, pero terminó quedándose con un bote porque su esposa quiso probarlo para el malestar estomacal que padecía. Le funcionó.

Después, cuando un vecino se dio cuenta que tenía el bote de Lebasi, le preguntó si podía conseguirle uno y Antonio le dijo que sí… Sin darse cuenta, ahí comenzó su negocio.

“Le hablé a don Alfonso y le dije que mi vecino quería un bote de Lebasi; vino y me trajo tres. Nos peleamos porque yo le dije que sólo quería uno y que yo iba a tener que pagar los otros, pero él me contestó que me los dejaba y que hasta que no los vendiera venía por el dinero… Los vendí y le hablé, y cada vez que le hablaba me traía más botes hasta que logré vender 12. Ya con eso me llevó a inscribirme como distribuidor. Hasta la fecha, no he dejado de comprar caja”.

Comenta que al principio sólo se lo vendía a sus familiares, pero conforme vio las mejorías en la salud que tuvieron, se animó a ofrecérselo a más personas. Ahora ya cuenta con varios clientes, entre los cuales hay varios médicos.

“Yo le vendí Lebasi a un paciente de un doctor, lo agarré en la puerta del consultorio y se lo ofrecí. No lo quería y hasta me dijo embustero; pero yo le dije que se lo llevara, lo probara y que si en 7 días no veía cambio, no me lo pagara. El doctor escuchó todo y también me compró un bote para su mamá, que tenía artritis y gastritis. A los 7 días, regresé a la clínica y ya estaba mucho mejor. También fui con el doctor, y me dijo lo mismo, que su mamá ya se veía con más energía. Ese día me compró un bote para su esposa y su hermana. Hasta la fecha sigue comprando y me recomienda con todos sus pacientes”.

Durante varios años, Antonio se la pasó recomendando en la calle el producto, repartiendo volantes y yendo a colonias muy alejadas a dejárselo a personas que se lo pedían. En la actualidad, dice que tiene una muy buena cartera de clientes y que ya sale muy poco a ofrecerlo (aunque siempre que tiene oportunidad y ve a alguien que lo necesita, lo recomienda); casi todas sus ventas son por gente que ya lo conoce, lo llama a su casa y le pide los botes de lactoserum suizo. Él sólo va a entregárselos.

Pero esto también lo ha logrado porque se dedicó a desarrollar su red de distribución. Menciona que cuando alguien le decía que necesitaba trabajo o ganar más dinero, le presentaba la opción de distribuir Lebasi como una fuente de trabajo. Además de que es un patrocinador que apoya a sus inscritos, pues si tiene a algún distribuidor en una colonia donde ya cuenta con clientes, le pasa a algunos para apoyarlo con las ventas.

“Yo les repito lo que dicen en la empresa: Si le echas ganas, tú eres tu patrón, jalas a donde necesites y ganas lo que quieras ganar”, asegura, y recalca que el corporativo Lebasi siempre ha estado orientándolo con cualquier duda que se le ha presentado en el camino.

Ante la pregunta de por qué recomendaría a los jubilados que consuman y distribuyan el lactoserum suizo, Antonio contesta: “Por dos razones: como alimento, para que vivan más y logren más años su pensión; y en lo económico, van a ganar lo que ellos quieran vendiendo Lebasi”.

Su meta más próxima, dice, es vender cada tres días una caja de Lebasi; pero aún quiere ir por más: su verdadero reto es vender una caja por día.

Si quieres afiliarte y lograr grandes resultados como don Antonio, afíliate a Lebasi:

  • Teléfono / 449 922 22 22
  • WhatsApp / 449 111 03 25 y 449 922 22 22
  • Correo / ventasweb@lebasigroup.com

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