En gran medida, las relaciones sociales pueden determinar el éxito o el fracaso de un negocio. Y en esto, no solamente se deben tomar en cuenta las relaciones que una empresa establece de forma externa (con proveedores, la competencia, clientes…), sino también las que desarrolla internamente (por ejemplo, con los colaboradores y hasta con antiguos empleados).
La calidad de las relaciones que tiene un negocio con los distintos actores que interactúa beneficia y afecta su crecimiento, e incluso puede que algunas se reflejen en el desempeño con los consumidores.
Así que cuanto mejores sean las relaciones entre los colaboradores, jefes, clientes, proveedores… mayor será la motivación, satisfacción y compromiso, lo cual tiene una repercusión directa y positiva en el rendimiento y productividad.
La clave del éxito en el establecimiento de buenas relaciones es la confianza, ya que cuando existe confianza, respeto y beneficio mutuo, las partes involucradas se prestan a colaborar.
Lo contrario sucede cuando las relaciones que se conforman no son honestas y no están basadas en el beneficio mutuo, lo cual bloquea las alianzas y colaboraciones.
Así pues, mantener las buenas relaciones sociales en los negocios favorece la creación de lazos (por algo hay clientes que ni siquiera piensan en la competencia, y lo mismo puede suceder con los empleados), lo que permite que los contactos perduren en el tiempo y sean consistentes. Esto beneficia el crecimiento de la empresa.
Algunas características de las relaciones exitosas son: la claridad, tanto en expectativas, condiciones, limitantes y alcances; el trato ético, considerando que enfrente se tiene a otra persona que merece gentileza, honestidad, respeto y atención; y el tan conocido ganar-ganar, pues la satisfacción mutua depende de que la relación ofrezca frutos, sin ventajas marcadas para alguno de los participantes.
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